70 años después, el sol sigue brillando en la Riviera sa y el amor y la tristeza siguen siendo bellos

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Vamos a hablar de una historia en tres partes. Primero, de una escritora precoz que arrasó en Francia. Después, de un reputado director que decidió adaptar su novela. Por último, de una directora canadiense que ha debutado por todo lo alto.

Estamos en 1954, Francia. Una adolescente de 17 años escribe una novela en tan solo tres semanas. Habla del despertar sexual, de la belleza, de la frivolidad de la burguesía, el deseo y, como parece indicar su título, de la melancolía. La historia gira en torno a Cécile, una adolescente de 17 años que, durante un verano en la Riviera sa con su padre libertino, desencadena una tragedia al sabotear la relación de este con una mujer seria y maternal que amenaza su estilo de vida hedonista.

Efectivamente, estamos hablando de “Bonjour Tristesse” de Françoise Sagan. Y, pesar de las pocas expectativas que tuvo su autora al enviárselo a un editor, se convirtió en un éxito instantáneo. Llegando a vender más de medio millón de copias en el primer año solo en Francia. 

Pocos años después, tras su éxito internacional, esa novela pedía a gritos una adaptación. Tanto fue así, que saltó el océano Atlántico hasta llegar a la mesa de Otto Preminger. Este no era un joven debutante, de hecho todo lo contrario. Preminger ya era un director consolidado en Hollywood y en todo el mundo. Un genio del cine negro y el melodrama, gracias a películas como Laura (1944) o The man with the Golden arm (1955). 

Pero el éxito de la película no fue solo gracias a su director, sino también a su reparto, ya que le dio el papel principal a Jean Seberg (À bout de souffle), icono de la Nouvelle Vague. Siguiendo fielmente la historia de la novela y combinando el color con el blanco y negro, crearon un clásico del cine. Con escenas inolvidables como el Baile entre Cécile y Elsa o los juegos de miradas de Cécil.

En cambio, ahora han pasado 70 años desde que Françoise Sagan escribió su novela, pero Durga Chew-Bose nos ha demostrado que el sol sigue brillando en la Riviera sa. La escritora y directora canadiense decide debutar con la adaptación contemporánea de la novela. Contando con rostros nuevos, pero carismáticos, como Lily McInerny (Nunca llueve en California) interpretando a Cécile, y otros más conocidos como Chloë Sevigny o Claes Bang. 

La película se centra en Cécil, quien pasa el verano en una villa de la costa sa con su padre, Raymond, y su nueva novia. Entre brisas cálidas y días indolentes, comparten una complicidad ligera, propia de un mundo entregado al placer y la despreocupación. Pero la llegada de una amiga de su difunta madre lo cambia todo.

Centrándose en la moral, las relaciones humanas y las tensiones intergeneracionales entre mujeres, esta adaptación nos regala una mirada nueva, sin perder la atmósfera veraniega de melancolía, sensualidad, deseo y libertad. Una película de la que estamos orgullosos de tener en el festival. 

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