Resulta una película sumamente atrevida en nuestros tiempos. Aparte, claro, de la gran calidad que guarda su composición.

Almodóvar se decanta por utilizar tonos pasteles, pero no se limita a aplicarlo en vestuario, iluminación o escenografía, también da brochazos de este tipo en su obra, en la historia y en sus personajes; es, simplemente, sublime.
Retrata el dolor, duelo y recuperación de una madre que pierde a su hijo. Ella decide volver al lugar que dejó diecisiete años atrás, cuando estaba embarazada del pequeño, para buscar y narrarle al padre del chico lo que en realidad había sucedido…